jueves, 10 de mayo de 2012

La Imprenta Fantasma III: ¡Emboscada!

Los chicos de la Imprenta Fantasma son grandes amigos míos, así que cuando recibí su mensaje proponiéndome una misión en Turelia no lo dudé ni un instante y allá que me fui, de polizón en una furgoneta cargada de telas. Cuano llego a un lugar desconocido me gusta explorar un poco a mi aire con el fin de hacerme una idea de la situación sin necesidad de que nadie me cuente nada. En Turelia había un lugar en particular que quería visitar sin falta.

Era medianoche y el comandante Vimes caminaba a grandes zancadas dentro de su pequeño despacho en un el viejo cuartel militar en el que estaba confinada la Guardia Real. Parecía un león enjaulado, caminando arriba y abajo, pateando los muebles y sin dejar de vociferar. Yo observaba con interés desde la oscuridad encaramado en un árbol que crecía frente a la ventana abierta. Observaba y escuchaba.

-¡Ese maldito sacerdote y sus tres veces malditos guardias vestidos de rojo tienen al rey prisionero! -gritaba Vimes.
-No podemos hacer nada, mi comandante -trataba de calmarlo el oficial que estaba con él-. Las órdenes eran claras: venir a este cuartel y esperar. Tenían el sello real y todo.
-El sello real significa bien poco si el rey está prisionero -respondió Vimes-, cualquiera podría haber sellado esa orden pero desde luego el rey nunca lo habría hecho. El rey Tim es mi amigo, lo conozco desde que era un mocoso que no sabía ni andar, lo he tenido en mis rodillas y le he limpiado las lágrimas cuando se caía y se hacía daño. Sin embargo no me han dejado acercarme a él desde que desapareció su familia.
-De cualquier manera -objetó el oficial-, si entramos en el palacio desobedeciendo una orden sellada con el sello real se consideraría rebelión y habría una guerra.
-¡Ya lo sé, maldita sea! -se indignaba el comandante- Si al menos me pudiera acercar al rey, hablar con él unos minutos...

¡Vaya vaya vaya! -pensé- Este hombre adora al joven rey Tim y está a punto de explotar de pura indignación. Es interesante saber esto porque más adelante tal vez me convenga hacerle explotar de verdad.

Mientras tanto, en el otro extremo de la ciudad, en los calabozos de los olfateadores Guy Montag interrogaba a un pequeño y asustado librero. Le habían pegado, le habían amenazado, pero el hombrecillo había resultado ser duro de roer y no había hablado.

-Si no nos dices cómo contactar con la Imprenta Fantasma tu esposa y tus hijos lo pagarán -le amenazó finalmente Montag.

El pobre librero estaba muy asustado y dolorido y aun así había aguantado de forma admirable, pero la amenaza a su familia fue más de lo que podía soportar así que al final cedió y lo contó todo:

-Hay que buscar un ladrillo suelto junto al portal número 13 de la Calle Mayor, retirar el ladrillo y dejar una nota con la siguiente contraseña escrita: "El tiranosaurio tiene tres dedos". Luego hay que colocar el ladrillo y marcar una x de tiza en la pared. Al día siguiente al mediodía hay que ir al parque que hay junto al río vistiendo una camiseta verde y esperar en el banco que hay junto a la fuente. Allí alguien de la Imprenta Fantasma contacta contigo y te da detalles sobre la entrega de los libros.
-¡Bien, ya habéis oído! -gritó Montag mientras daba una palmada- Lo quiero todo preparado en seguida, esta vez no escaparán, la Imprenta Fantasma tiene los días contados en Turelia; nadie toma el pelo a los olfateadores de la Guardia Roja.

Un par de días después, en la trastienda de la Imprenta Borrón de Tinta (que como recordaréis era la tapadera de la Imprenta Fantasma) pude admirar los grandes progresos que habían hecho con el libro del rey. La verdad es que a pesar de no estar terminado era el mejor libro de dinosaurios que había visto nunca, se titulaba Triásico, Jurásico y Cretácico, cuando los dinosaurios dominaban la Tierra: Tipo lo había preparado en un formato de gran tamaño, espectacular y fácil de leer; Tinta había creado para la ocasión las ilustraciones de dinosaurios más bonitas y coloridas; Gütt había escrito los detalles más interesantes y sorprendentes de un montón de especies y hasta Prensa había hecho su parte incluyendo en el centro del libro un par de desplegables espectaculares: al abrir las páginas se levantaban bellos paisajes jurásicos y enormes dinosaurios que parecía que iban a echar a correr en cualquier momento. Era una obra de arte. Estábamos comentando los detalles del libro, yo bromeaba sobre el peligro de poner al alcance de un ladrón de libros semejante preciosidad, cuando entro Gütt que venía de contactar con un posible cliente en el banco del parque. Estaba pensativo y parecía preocupado.

-No me ha gustado nada este cliente -dijo-, más que un librero parecía un boxeador y además no sabía nada sobre libros de dinosaurios. Cuando le he preguntado qué títulos quería encargarnos me ha respondido que lo habitual, libros con hojas y dibujos, muchas hojas y muchos dibujos. En resumen: si ese tío es un librero yo soy Dora la Exploradora.
-Puede que el librero no se haya atrevido a ir a la cita y haya enviado a un amigo cachas -reflexionó Prensa-, con los tiempos que corren y los olfateadores mosqueados después de la operación Papel Mojado cualquier precaución es poca.
-En eso estoy de acuerdo, cualquier precaución es poca -afirmó Gütt-, por eso le he dicho que le prepararíamos una colección variada y he establecido como punto de entrega la fuente que hay en el centro del parque junto al río que de noche es un sitio oscuro y solitario y lo más importante: tiene muchas escapatorias y un montón de escondites. Esta vez será una entrega especial y la tenemos que planificar bien. Prensa: tú te quedarás en la imprenta preparada para embalarlo todo por si hay que escapar a toda prisa. Tipo y yo reconoceremos el terreno y vigilaremos; esta vez la entrega la hará Tinta. Será esta misma noche.
-Pero las entregas las suelo hacer yo -se quejó Tipo.
-Esta vez no -respondió Gütt- Tinta es la más rápida y, si hay que salir pitando ella es la que más posibilidades tiene de escapar de los olfateadores. Además, no creas que no vas a tener tu ración de peligro. Si es una trampa nosotros tendremos que hacer ruido para tratar de distraerlos y que Tinta tenga más posibilidades de escapar.
-También podría hacer yo la entrega -me ofrecí-. Dejaré los libros, recogeré el pago y ni siquiera se darán cuenta de que he estado ahí.
-No -descartó Gütt-, si como me temo es una trampa de los olfateadores, nosotros los mantendremos ocupados y será el momento ideal para que entres en los aposentos del rey y dejes el libro a su alcance.
-Hablando del libro -dije-, tengo un plan que tal vez ayude al éxito de la misión: esta noche, en vez de una entrega haré dos: el libro del rey Tim y una pequeña carta a una persona que he conocido hace poco.

Mientras comunicaba mi plan a los operarios de la Imprenta Fantasma, Guy Montag, el jefe de los olfateadores tenía dificultades para preparar su trampa en el parque.

-Tú eres tonto -le gritaba al pobre olfateador que se había hecho pasar por librero y había hablado con Gütt- ¿Cómo se te ocurre aceptar la entrega en un lugar como este? No hay puertas ni casi caminos que podamos controlar y sí hay, en cambio, mil sitios donde esconderse y dos mil rutas de escape. Esta noche quiero aquí a todos los olfateadores, y cuando digo todos quiero decir todos. Quiero un olfateador vigilando cada árbol y cada palmo de terreno alrededor de esa maldita fuente. Si esta noche se caga un pájaro aquí, quiero ser el primero en enterarme.
-Pero jefe -objetó el olfateador metido a librero-, esto es muy grande y casi no hay farolas, va a ser imposible cubrirlo todo.
-¡Pues os las apañáis! -se desgañitó Montag- Si logran escapar rodarán cabezas y la primera va a ser la tuya. Ah, y como sé que sois una panda de inútiles, no quiero que nadie mueva ni un dedo hasta que yo dé la orden.

Cuando cayó la noche Tipo y Gütt cogieron prestado un bote de remos en un pequeño muelle que había río arriba y remando en silencio llegaron al parque. Todo estaba silencioso, ni siquiera los grillos cantaban. Sigilosos como sombras se escurrieron entre los olfateadores que, ajenos a ellos concentraban su atención en el punto de encuentro que era la fuente.

-Jo, hay un montón -susurró Tipo-. Todos los olfateadores de Turelia parecen estar vigilando esa fuente.
-Pues entonces hay que distraerlos -opinó Gütt-. Tú quédate por aquí, cerca del bote y cuando yo llame su atención, contactas con Tinta y escapáis por el río mientras yo les hago correr. Separémonos.

Tinta llegó por el camino principal poco después cargada con una mochila llena de libros. El silencio en el parque no era normal. Ni un búho, ni un grillo, ni una rana, ninguno de los sonidos nocturnos normales se escuchaba esa noche. Estaba bastante asustada, algo iba mal, ahora estaba segura. Sin embargo confiaba en la velocidad de sus piernas y en la ayuda de sus amigos.

Guy Montag vigilaba la fuente como un sabueso, no le quitaba ojo y aguzaba el oído atento a cualquier ruido anormal. Esta vez no escaparían. Al poco vio llegar una chica cargada con una mochila, era esbelta y parecía ágil y rápida pero eso no le serviría de nada, sus hombres rodeaban la zona y estaban atentos a su orden. Tinta estaba ya junto a la fuente, a punto de descargar la mochila. Montag estaba tenso como un muelle, solo unos segundos más, apenas podía esperar... Entonces sonó un grito en la noche: ¡¡ATENCIÓN, PELIGRO, OLFATEADORES!! Era Gütt y su voz sonaba en la otra punta del parque. Todos los olfateadores escondidos reaccionaron como un solo hombre y corrieron hacia los gritos.

-¡No, maldita sea! ¡Inútiles! ¡Cabestros! ¡Burros! ¡Esperad a mi señal! -se desgañitaba Montag.

En ese momento Tinta dejó caer la mochila y echó a correr hacia la oscuridad como una cierva. Montag dejó de gritar a sus hombres, miró a Tinta, exclamó: ¡NO ESCAPARÁS! y corrió tras ella. Tinta era más rápida de lo que el jefe de los olfateadores había sospechado, él apenas había empezado a correr y ella ya estaba a punto de llegar a la oscura protección que le brindaban los árboles. Entonces tropezó con una raíz oculta y cayó al suelo mientras un dolor lacerante le subía del tobillo.

-¡Ya eres mía! -dijo Montag extendiendo una mano enorme para agarrar a la dolorida Tinta mientras una sonrisa de triunfo cruzaba su cara.

Y... ¡Vaya! Nos hemos vuelto a quedar sin tiempo. Esta semana creo que me he pasado y todo, no sé si habréis podido terminar de leer.

La semana próxima conoceremos el final de esta apasionante aventura y además tendremos una sorpresa. Algunos me habéis preguntado cómo soy y me habéis pedido que ponga una foto. Eso es imposible, lo que sí puedo hacer es poner un dibujo que me ha hecho un buen amigo mío; así que la semana próxima podréis ver la cara de Leonardo, aunque sea en caricatura.

7 comentarios:

  1. Esther gomez botella18 may 2012, 20:44:00

    el llibre del rei esta xulo perque ami me guntan los depegables

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  2. Leonardo tengo 3 gatos:uno se llama Chili, otro Wuilli, i otro Naranjito.Hadios Leonardo.

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    1. ¡Hola Álvaro!¿De verdad te gustan los gatos? Podríamos llevarnos muy bien... a ver si me escribes un cuento sobre ellos y me los dibujas, así podría conocerles un poco más.
      ¡Hasta pronto!

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  3. Esther gomez botella27 may 2012, 18:40:00

    Leonardo soc esther ami tame me gustan los gats i tinc una gateta que se diu Nata

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  4. Hola Leonardo soc Raul, tinc ganes de que m´envies un comentari , adeu.

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  5. ¡Hola Raul! Qué alegría tener noticias tuyas...
    Como ya sabes estuve ayudando a mis amigos a buscar un sitio estratégico donde montar la imprenta. Y ahora no sé lo que haré. Nunca he podido estar mucho tiempo en un mismo sitio, ya que corro grandes peligros, pero también me gusta ver mundo y conocer gente de todas partes (aunque mi biblioteca secreta sigue estando en el mismo sitio y siempre volveré a ella).
    Espero volver algún dia por tu cole y saber que todo te va muy bien.
    ¡Hasta pronto! ...y sigue contándome cosas...

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    1. Hola Leonardo soc Raul i te echo demenos ven pronte val adeu

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