viernes, 8 de junio de 2012

Leonardo en la biblioteca del espectro.

Drácula es uno de mis libros favoritos. Lo escribió un irlandés (que terminó volviéndose loco) en una oscura buhardilla de Londres a finales del del Siglo XIX. En mi biblioteca tengo varias ediciones de ese libro: en español, en inglés, con dibujos, sin dibujos... por eso un día que estaba rebuscando en una vieja librería, en el centro de una gran ciudad y escuché a dos clientes que hablaban del manuscrito original de Drácula, no pude evitar poner atención. Me acerqué sigiloso, y escuché:

- Pues sí, dicen que el manuscrito original ha aparecido -dijo el primero.
- ¿El original, el escrito a mano por Bram Stoker? Eso es imposible, fue destruido hace mucho tiempo -afirmaba el segundo.
- Pues parece que no es verdad pero como si lo fuera; si lo que cuentan es cierto, está fuera de nuestro alcance: se dice que se encuentra en la Biblioteca Nocturna.

Ante la mención de ese mítico y terrible lugar, se me cayó el libro que tenía en las manos. Los hombres escucharon el ruido y palidecieron asustados como si un espectro les hubiera soplado en la nuca, me miraron con ojos desorbitados y se marcharon a toda prisa.

Yo me quedé pensativo. Conocía la leyenda de la Biblioteca Nocturna, cualquier ladrón de libros la conoce: la Biblioteca Nocturna está en un viejo caserón encantado y solo aparece durante la noche. Durante el día, el caserón es un edificio abandonado más, sin ningún interés. El bibliotecario de la Biblioteca Nocturna es un espectro que da bastante miedo, pero si consigues superar al espectro, podrás ver que la biblioteca contiene auténticas maravillas: El Necronomicón, el Libro de San Cipriano (el que utilizan las brujas para sus conjuros), los auténticos cuentos de los Hermanos Grimm, el Libro Rojo de la Frontera del Oeste, el Octavo y un montón de libros interesantes más. Y ahora también el manuscrito original de Drácula. A  mí me daba bastante miedo el espectro bibliotecario, pero se dice que la Biblioteca Nocturna está bastante decrépita y descuidada y yo no podía permitir que una joya como esa estuviera en un lugar donde pudiera estropearse, así que decidí entrar en la Biblioteca Nocturna, robar el manuscrito de Drácula y, si tenía tiempo, echar un buen vistazo a todo lo demás.

Si sabes lo que buscas, no es difícil llegar al caserón donde dicen que está la Biblioteca Nocturna. Está a la salida de un pequeño pueblo, junto a un monte que nos recuerda una pirámide. Es un viejo palacete pintado de blanco, al menos estuvo pintado de blanco en sus tiempos; con las tejas rotas y las paredes desconchadas. Aunque conocía la leyenda, exploré la casa durante el día (no sería la primera vez que las leyendas resultan ser falsas), sin embargo mi exploración fue infructuosa: la casa estaba vacía, los muebles rotos, las ventanas desvencijadas y la pintura cayéndose de las paredes. Sí había una antigua biblioteca pero ésta no contenía más que estanterías volcadas y vacías y periódicos viejos, húmedos y comidos por las termitas. No me quedaba más remedio que esperar a que llegara la noche, así que me busqué un lugar cómodo en las cercanías, me limpié los bigotes, me estiré y me dispuse a dormir hasta que llegara el crepúsculo.  Un buen ladrón de libros siempre tiene que entrar en acción bien descansado.

Era de noche cuando desperté. La luz de la luna llena le daba al paisaje el aspecto de una foto en blanco y negro. Una foto en blanco y negro que muy bien habría servido para ilustrar un libro de terror. El caserón blanco parecía distinto; tal vez fuera un espejismo provocado por la luz fantasmal de la luna, pero la pintura de las paredes parecía más nueva y las tejas, que durante el día habían parecido rotas y maltratadas se veían ahora nuevas y perfectamente colocadas.  Una suave luz dorada iluminaba algunas de las ventanas que, si la memoria no me fallaba, correspondían con la zona de la casa donde estaba situada la vieja biblioteca: tal y como afirmaba la leyenda, la Biblioteca Nocturna había aparecido y allí estaría durante toda la noche. No os mentiré contándoos que me acerqué a la casa encantada silbando y bailando: estaba muy, pero que muy asustado. Estaba a punto de enfrentarme al espectro guardián de una biblioteca encantada, estar asustado era lo normal. Sin embargo cuando el ladrón de libros más famoso de las cuatro cuadernas, los cinco continentes y los nueve reinos está asustado, aprieta los dientes y hace frente a sus miedos, así que allá que me fui.

Al acercarme a la casa, con idea de explorar las ventanas en busca de alguna que estuviera mal cerrada o tuviera algún cristal roto, me di cuenta de que la puerta principal estaba abierta de par en par. Todos los pelos de mi cuerpo, y tengo unos cuantos pelos, os lo aseguro, se pusieron de punta y mis instintos gatunos se pusieron en guardia: me temía una trampa. Sin embargo una puerta abierta es una puerta abierta y ningún gato que se precie buscará entradas difíciles si tiene una fácil a su disposición, así que entré. Todo parecía estar tranquilo, no había ninguna trampa oculta y ningún espectro me saltó encima desde la oscuridad. Sin embargo no me confié. Despacio y en completo silencio me fui adentrando en la casa. Los muebles y los cuadros que adornaban algunas paredes, aunque antiguos y cubiertos de polvo, parecían en buen estado y unas mullidas y polvorientas alfombras amortiguaban el ruido de mis pasos. De pronto escuché un gemido fantasmal. Alguien parecía estar infinitamente triste y lloraba de forma desconsolada. Mis pobres pelos, que ya estaban de punta, se pusieron tan tiesos que amenazaban con salir disparados. Vaya - me dije -, parece que el espectro bibliotecario ha atrapado a algún pobre desgraciado. Con cuidado y saltando de sombra en sombra me acerqué a la puerta de la biblioteca que estaba entreabierta y dejaba pasar una mortecina luz amarilla como de velas fantasmales. Los gemidos eran allí muy fuertes y cada vez más tristes. Me asomé con cuidado preparado para ver como el espectro torturaba a algún prisionero, tal vez leyéndole las obras completas de Dan Brown. Sin embargo allí no había nada de eso. Velas y lámparas de aceite iluminaban brillantemente una enorme biblioteca llena de volúmenes que, si bien se veían en buen estado, también estaban sucios y desordenados. Sentado en una silla, junto a la gran mesa de lectura que había en el centro de la sala, estaba el espectro;  sé que era el espectro porque ningún ser vivo iría vestido con ropas que se pasaron de moda hace cinco siglos y sobre todo, ningún ser vivo es  ligeramente transparente: a través de su cuerpo se podían leer los títulos de los libros que llenaban la estantería que tenía detrás. De vez en cuando intentaba coger un libro que había encima de la mesa y que tenía una gruesa capa de polvo, sin embargo su mano fantasmal atravesaba el libro sin poder tocarlo. Cada vez que eso ocurría el fantasma redoblaba sus llantos: ¡Pobre de mí! -decía-. ¡Vaya bibliotecario que estoy hecho si no puedo tocar mis libros! ¡Mis bienes más queridos, mis amigos más preciados, cogiendo polvo y estropeándose y yo no los puedo limpiar, ordenar y cuidar! ¡Pobre de mí! -sollozaba cada vez más desconsolado! Entonces lo comprendí todo: por eso la Biblioteca Nocturna tenía fama de estar descuidada y sucia, su bibliotecario no la podía cuidar. Imaginé cómo me sentiría yo si tal cosa me ocurriera, si no pudiera tocar mis queridos libros, y me puse muy triste, me dio mucha lástima el espectro.  Estaba tan interesado y apenado mirando a esa pobre alma en pena que me descuidé y el espectro, que no podía tocar las cosas pero seguía teniendo buena vista y buen oído, se dio cuenta de que yo estaba allí ¿Quién anda ahí? -preguntó- ¡Entra y ponte donde yo pueda verte, no temas nada! Me había descubierto y no tenía sentido ponerme a correr, además después de haberlo visto tan triste el espectro no me daba tanto miedo (aunque un poquito sí, esa es la verdad); ahora lo que sentía era curiosidad así abrí la puerta, entré de un salto e hice una reverencia:

-Leonardo (en ese momento no me pareció buena idea decirle que era ladrón de libros), un amante de los libros para servirlo a usted -me presenté-.
-Entra libremente amigo Leonardo, entra libremente y por tu propia voluntad y deja parte de la felicidad que traes -me invitó el espectro-.



El espectro bibliotecario resultó ser un tipo muy interesante. Tanto que voy a dedicar un capítulo a contar su mayor aventura: la aventura en la que le lanzaron la maldición que lo hizo bibliotecario de la Biblioteca Nocturna. Pero eso, queridos amigos, será la semana próxima. No quiero hacer el cuento demasiado largo porque si lo hago vosotros terminaréis aburridos y vuestra maestra se enfadará conmigo.

Portaos bien.

6 comentarios:

  1. hola leonardo soy marta.c puedes buscar mi libro en mi ordenador no esta.

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  2. leonardo soy marta.c quieres que te diga que a pasado el ratoncito perez me a puesto devajo de mi almuada dos euros me comprare muchos libros.

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  3. leonardo soy marta.c quieres que te diga que a pasado el ratoncito perez me a puesto devajo de mi almuada dos euros me comprare muchos libros.

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    1. ¡Hola Marta! Qué bien que te hayan dejado dinerito y mucho mejor que te lo gastes en libros, porque las chuches se acaban en un momento y luego llegan esas horrorosas caries... en cambio, con un libro, no te salen caries y aprendes muchas cosas.
      ¿Te has comprado el libro ya?¿Cuál es su título?
      ¡Felices vacaciones!A descansar.
      Un abrazo muy grande

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  4. hola leonardo soy la autora del cuento del caball somiat marta r.

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  5. ¡Hola Marta! precioso libro, el de "El cavall somiat", fue uno de los primeros que cogí en este coley lo recuerdo con mucho cariño, era largo y con unos dibujos increíbles. Muy bien trabajado.
    ¿Ya has empezado tus vacaciones? Espero que las disfrutes y que empieces el nuevo curso con muchas ganas.
    ¡Hasta pronto!

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