A los sacerdotes de Om les encanta prohibir cosas. A veces prohíben
cosas bastante lógicas, como saltar por un precipicio, comer cristales rotos o
hurgarse los dientes con una taladradora; pero otras veces prohíben unas cosas
muy raras e incomprensibles. Y es que los sacerdotes de Om han prohibido,
terminantemente, los bocadillos de panceta con tomate, las galletas con
trocitos de avellana, las flores amarillas, las morcillas, las zapatillas deportivas azules y una vez prohibieron
la risa de los niños. Aquella vez les salió el tiro por la culata, esa es la
verdad. Tomémonos un momento para hacer una comprobación. Imaginad que vuestra
maestra os dice que está prohibido reír. Ahora mirad a los ojos a vuestro
compañero más cercano, recordad que está prohibido reír, no podéis pensar en
nada gracioso, ni siquiera en las muecas que está haciendo Adrián. Veamos...
Esperemos... Bien. ¿Qué ha ocurrido? Pues ha ocurrido lo mismo que ocurrió
cuando los sacerdotes de Om prohibieron la risa de los niños: que cuanto más se
lo prohibían más se reían; y los sacerdotes de Om se enfadaban, se ponían
colorados y señalaban amenazando con el dedo. Al poco tiempo las cárceles
estaban llenas de niños que no podían parar de reír y las puertas de las
cárceles llenas de padres y madres enfadados que querían saber por qué sus
hijos llegaban tarde a cenar. La situación se puso tan complicada que al final
los sacerdotes dieron su brazo a torcer y dijeron que bueno, que a lo mejor
echarse unas risas tampoco era tan malo como habían pensado y no se volvió a
hablar más del asunto. Como podéis imaginar nadie hace demasiado caso a las
prohibiciones de los sacerdotes de Om; sin embargo en Turelia la cosa era distinta.
En Turelia las prohibiciones se tomaban muy en serio porque en Turelia el rey es
un niño y el Gran Consejero Real es también el Sumo Sacerdote de Om.
Turelia es uno de los más bellos de los Reinos Imaginarios y
su rey, Timoteo Augusto Ricardo II (aunque a él le gusta que le llamen
sencillamente Tim y así lo haremos a partir de ahora) es un niño de ocho años.
Cuando tenía cinco años, su padre Timoteo Augusto Ricardo I (al que le gustaba
hacerse llamar simplemente Agus) desapareció en circunstancias misteriosas
junto con la madre y todos los hermanos de Tim. Tim lloró mucho al ver que su
familia no volvía a casa y aún seguía llorando cuando fue coronado rey. En los
extraños tiempos que siguieron el joven rey se fue quedando más y más solo; los
consejeros y chambelanes que tan bien habían trabajado para su padre iban
desapareciendo o eran trasladados
a lugares remotos del reino y mientras esto ocurría cada vez había más
sacerdotes de Om por los ahora lóbregos pasillos del palacio real, hasta el
punto que solo quedó un consejero, uno que siempre estaba junto al joven rey;
conspirando, susurrando y prohibiendo con cara de haberse comido un limón. Y
este no era otro que Nuncastoi Contento, Sumo Sacerdote de Om y único Consejero
del Reino. Incluso la guardia real, encabezada por el fiero comandante Vimes y
formada por guerreros valientes y leales fue expulsada del palacio, confinada a
un mugriento cuartel en las afueras de la ciudad y sustituida por la terrible
guardia roja de Om.
El rey de Turelia era un niño solitario y asustado y su
único consejero era un sacerdote que no estaba demasiado bien de la
cabeza y al que, como a todos los sacerdotes de Om, le encantaba dictar
prohibiciones. Así las cosas no es de extrañar que la bella Turelia se fuera
transformando en un lugar cada vez más triste y lóbrego; donde la gente no reía
pero no porque estuviera prohibido, sencillamente había pocos motivos para
reír. De vez en cuando el rey hacía preguntas al sacerdote. Nuncastoi ¿Por qué
está prohibido hacer globos de chicle? Porque así lo manda Om, joven rey, y si
no obedecemos lo que manda Om iremos a parar a los infiernos negros -contestaba
el sacerdote mientras se retorcía las manos-. ¿Cómo sabemos que realmente
existen los infiernos negros, Nuncastoi? Porque así nos lo enseña Om, joven
rey, y si no creemos en lo que dice Om iremos a parar a los infiernos negros
-respondía el sacerdote guiñando descontroladamente el ojo derecho, un tic que
tenía cuando estaba enfadado-. Un día, al consejero se le ocurrió la genial
idea de decirle al rey que, si bien las preguntas no estaban prohibidas, Om no
veía el exceso de preguntas con buenos ojos. Y poco a poco el rey dejó de
preguntar. Y sus contactos con el mundo exterior siempre estaban controlados
por Nuncastoi o por alguno de sus sacerdotes menores: sus maestros eran
sacerdotes de Om, sus vigilantes los guardias rojos de Om y si le apetecía
jugar tenía que hacerlo con algún aburrido sacerdote de Om cuya idea de la
diversión consistía en hablar de los infiernos negros a todas horas. Y el
pequeño rey firmaba las prohibiciones que dictaba Nuncastoi Contento, dictaba
las leyes que se le ocurrían a Nuncastoi Contento y por las noches, solo en su
habitación mientras dos terribles guardias rojos vigilaban la puerta, lloraba
de miedo porque se sentía muy solo y temía ir a los infiernos negros. Pero un día, Nuncastoi
Contento, Sumo Sacerdote de Om y único Consejero del Reino cometió un grave error:
prohibió los libros, concretamente prohibió los libros de dinosaurios. Y allá
donde se prohíbe un libro, antes o después aparece la Imprenta Fantasma.
Pero hagamos un pequeño paréntesis para aprender qué es una
imprenta.
Básicamente una imprenta es una máquina que sirve para hacer
libros. La cosa es bastante sencilla: un operario coloca pequeñas letras de
plomo llamadas tipos en una caja especial; con las letras forma palabras, con
las palabras frases y así hasta llenar la caja que corresponderá a una página.
Esa caja se coloca en la máquina que se encarga de entintar (o sea: embadurnar de tinta) las letras
metálicas y presionar la caja contra un papel de manera que quede impresa la
página. Así, letra tras letra, página tras página se completa el libro. En
cuanto a las imágenes se sigue un proceso parecido: un operario que suele ser
un buen dibujante graba con sus herramientas, en una plancha de madera o de
metal el dibujo que queremos que aparezca en el libro; la plancha se introduce
en la máquina y esta se encarga de poner la tinta y estamparla en el papel.
Luego otro operario coge todas esas páginas, las cose juntas, las encola, les
pone las cubiertas y ya tenemos el libro terminado.
La Imprenta Fantasma tiene cuatro operarios: Tipo, regordete y con las
manos inusitadamente ágiles es el cajista que se encarga de colocar los tipos
móviles en sus cajas; Tinta, de piel oscura y eterna sonrisa es la
grabadora que se encarga de los dibujos; Prensa, fuerte, amable y tímida y con las
manos siempre manchadas de grasa es quien maneja la imprenta y hace las
reparaciones; y por último Gütt, larguirucho y con gafitas es el
documentalista, el que se encarga de buscar, de corregir y a veces de escribir
los libros que luego saldrán de la imprenta. La Imprenta Fantasma
es en apariencia como cualquier otra imprenta de las que podemos encontrar casi en cualquier ciudad. En Turelia se llamaba
"Imprenta borrón de tinta" y en el cartel que había sobre la puerta
se podía leer: "Se hacen todo tipo de trabajos de impresión: revistas, folletos,
felicitaciones e invitaciones. Precios populares." Y a eso se dedicaban. Durante el día Tipo, Tinta, Prensa y Gütt trabajaban duro como cualquier impresor.
Sin embargo cuando llegaba la noche, cuando cerraban la puerta, echaban la
persiana y atenuaban las luces, la Imprenta Fantasma se ponía a trabajar; y la
Imprenta Fantasma solo producía libros prohibidos. En el caso de Turelia eran,
claro está, libros de dinosaurios. Estos libros se vendían luego en el mercado
negro, que es como quien dice una forma de venta secreta y peligrosa, y luego
sus dueños los escondían a salvo de los temibles olfateadores. A veces los
ladrones de libros hacemos algún trabajo para la Imprenta Fantasma, solo que en
vez de robar hacemos todo lo contrario: nos infiltramos en colegios, bibliotecas
y librerías y escondemos hábilmente los libros prohibidos de manera que quienes
estén realmente interesados sean capaces de encontrarlos. En ocasiones hacemos
auténticas gamberradas como aquella vez en que Laura, una ladrona de libros muy
hábil y extremadamente guapa (¡Miau!) colocó una edición de La vuelta al mundo
en 80 días debajo de la almohada del Vizconde Gurrumino, que había prohibido
las novelas de aventuras ¡Y lo hizo mientras Gurrumino estaba durmiendo!
Aunque parece divertido y emocionante, y lo es, el trabajo de la Imprenta Fantasma no está libre de
peligros. Si los descubren corren el riesgo de que los encarcelen para toda la
vida o que les pase algo aún peor. En Turelia por ejemplo, corrían un peligro enorme: la
rama secreta de la Guardia Roja, los temibles olfateadores habían descubierto
varias copias de los libros de dinosaurios que estaban imprimiendo y andaban
tras su pista.
Y bueno, por hoy ya vale. Dentro de poco conoceremos más de
las aventuras y peligros que corrió la Imprenta Fantasma en Turelia. Permaneced
atentos porque en el próximo capítulo sale un ladrón de libros que conocéis
bien y al que la Imprenta Fantasma le encargó un par de misiones.
Seguid escribiendo
libros, aunque sean libros prohibidos ;-)
Muchos abrazos de Leonardo.
Hola Leonardo! Hem llegit la teua història de la Impremta fantasma i ens ha fet molta risa. POrta una carretilla perque tenim molts contes per a tu (després ens els tornes).
ResponderEliminarBesets de part de tots!
Hola Leonardo! Som, altra vegada, els xiquets de la classe de 1r A.
ResponderEliminarPOts buscar el conte d'Esther "Els animals de la primavera" en l'estanteria més secreta.
Quan el trobes vine a dinar al menjador, que sabem que t'agrada molt menjar.Tens novia? Pots vindre amb ella.
Pots vindre a classe per a vore't? O poses una foto i no cal que vingues a la classe... però, per favor, no arrapes a ningú en el menjador ni asustes a ningú.
I no et menges tot el menjar.
¡Hola a todos!
EliminarYo soy un gato muy discreto, y como ya os dije intento preservar mi identidad.
Muchísimas gracias por vuestra invitación. De momento os sigo observando y me da un poco de miedo acercarme de dia, cuando están todos los niños en el cole... veo que discutís mucho y si me pisais la cola podría defenderme con un buen arañazo, como gato que soy... y no quiero llegar a ese punto, prefiero disfrutar de vuestra compañía gracias a esos libros que me hacen disfrutar en mis ratos libres (cuando los tengo).
¡Hasta pronto! Seguid así...
Leonardo com poses la foto de la guella
ResponderEliminarEsther es secret
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